Tras el accidente automovilístico sufrido el 31 de marzo por César Andino junto a Gabriel Ruiz Díaz, Cabezones no había vuelto a los escenarios con su cantante. Sin embargo la espera valió la pena, y el Estadio Obras vibró de emoción.
La transpiración se caía por la piel de todos los cuerpos presentes en el Estadio Obras, las paredes estaban húmedas y el alerta meteorológico preveía una noche que inundaría el barrio de Núñez. Sin embargo ninguna de esas cosas distraía al público expectante de su objetivo: volver a ver a César Andino arriba de los escenarios.
El show comenzó 15 minutos después de la hora estipulada. Hasta ese momento las casi cinco mil personas que colmaban el lugar incitaban con los cantos clásicos a que los cinco cabezones salieran a tocar.
Finalmente, la emoción llegó a su punto máximo. Las luces del escenario se encendieron y el telón blanco cayó casi por completo, debido a que quedó enganchado. El show comenzó con el tema vertiente, y sobre el final el problema, que por unos minutos no le permitió al sector derecho del Estadio ver, se solucionó.
La imagen era impactante. Después de nueve meses de estar fuera de escena, César se encontraba parado frente al público agarrado con una mano del micrófono, y con otra de un bastón. A pesar de que ya no saltaba ni caminaba por todo el escenario como lo hacía antes, la gente le hizo caso al frenesí con el que movía su cabeza y acompañó los temas con un ferviente pogo.
Después de tocar Cada Secreto y Planear-Mirame llegaron las palabras clásicas del cantante: “Buenas noches hermosos”, y vinieron dos temas más, Inmóvil y El Vientre. Segundos más tarde, el primer agradecimiento de César era este: “Hay momentos en los que a uno le parece que nada de lo que piensa se puede llevar adelante, pero no, quiero agradecerles a mis hermanos los cabezones”.
Con esa misma fuerza cantó: “Que triste es vivir sin intentar, que triste es morir, sin haber amado”, fragmento del tema Triste, de Carajo; al que le siguió un clásico de su propia banda Abismo. Otra vez el cariño se reflejaba en un abrazo entre el sonido de los instrumentos que rodeaban a la silla que sostenía el cansancio de César.
Pero ese no fue el único fragmento que hicieron de otra banda, tiempo después se escuchó “Una chica en el cielo, vive en mi océano salvaje”, tema de Divididos, como pre-anuncio de la presencia de Ricardo Mollo en el show.
El primer invitado llegó, pero antes el cantante de Cabezones no dudó en contar que muchísima gente se había acercado, mediante cartas, días de vigilancia en el Hospital Fernández (en el medio se escuchó: Vamos Gaby!), y otros gestos apoyando la recuperación. Pero Andino recalcó: “Estaba en uno de mis peores días, me había levantado de la silla cuando me llamó por teléfono con sus lindas palabras me dio ánimo”, en alusión al diálogo con el cantante de Divididos.
El público respondió con el clásico canto hacia esa banda: “Escúchenlo, escúchenlo, escúchenlo, la aplanadora del Rock and Roll, es Divididos... ”; y el show continuó.
Tema tras tema todos los Cabezones y técnicos estaban pendientes de Cesar, lo atendían, lo abrazaban. La emoción era la protagonista de la noche en el Estadio Obras Sanitarias. Mi camino es ningún lugar, Lejos es no estar, Frágil, A tus pies, y Mi pequeña infinidad, siguieron a la lista de temas.
Más tarde los covers continuaron mechados entre temas de su propia autoría. Where the streets have no name de U2, y Opus de Catupecu Machu, fueron dos de ellos.
La fiesta siguió: Lunes, Sendero Cerebral, Frio, Globo, Sueles Dejarme Solo, Hombre Paranoico, Lullaby y Silencia, fueron las canciones que le dejaron paso al invitado más significativo.
César lo presentó. Fernando Ruiz Díaz, estaba arriba del escenario abrazándolo y saludando al resto de los integrantes de Cabezones, con los que más allá del accidente, ya compartía una amistad entre bandas. Después de tanta tristeza y angustia, combinada con la alegría de verse arriba de un escenario, comenzaron a tocar Eso Vive, tema de Cuentos Borgeanos, disco que lanzó al estrellato a Catupecu Machu.
Más tarde se sumó el baterista de esta banda, Javier Herrlein, el tecladista Macabre, y el bajista, ex Soda Stereo que sustituye temporalmente a Gabriel Ruiz Diaz, Zeta Bosio.
Con todo la adrenalina en el público, y en los propios músicos, el show continuó con la canción Pasajero en Extinción en la que todos los músicos, incluyendo a los invitados formaron parte.
Varias veces más el nombre de Gaby salió en un grito de esperanza por su recuperación. Los agradecimientos a los músicos fueron muchos, y luego de despedirlos emotivamente las canciones siguieron: Vacío fue la última antes del BIS en el que se escuchó, Ella se olvidó de mi, Alud e Irte.
Pero antes del BIS, la banda tuvo el agrado de recibir el Disco y DVD de Oro, por su último material: Bienvenidos. Los meses pasaron, el miedo a que César no volviera nunca más a los escenarios también. Sin embargo la falta de Gabriel Ruiz Díaz se hace presente a cada minuto. Y el público responde a ella, con la misma pasión con la que admiran a Cabezones y su excelente performance.
Mariel Suburu Marranti
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