La famosísima Juliette Lewis nos visitó hace unos días, pero no para promocionar una película sino que vino con su banda, “Juliette and the Licks” ¡Si, leyó bien! La actriz, que trabajó en “Cabo de miedo” con Robert de Niro y enamoró a Johnny Deep en la película “¿A quién ama a Gilbert Grape?”, está hoy dedicada casi exclusivamente a la música y ya sacó a la venta dos cds: You’re Speaking my Language y Four On the Floor.
Juliette fue invitada por el aperitivo Campari para dar un exclusivo concierto en el lanzamiento de su línea "Red Passion City”. Vestida con un musculosa negra brillosa, un pantalón de cuero y una vincha con una pluma, nos deleitó con su voz acompañada de una actitud muy roquera.
Juliette y su banda tocó para unos pocos en buenos aires y así como llegó se fue para continuar su gira, es indiscutible que sorprendió a más de uno con su faceta de cantante.
Natacha Ferrari
martes, 20 de noviembre de 2007
lunes, 12 de noviembre de 2007
El cielo existe, está en Munich
"Había escuchado mucho sobre la fiesta madre de la cerveza, el Oktoberfest, y como buen amigo de las burbujas con sabor a malta añoraba con llegar a semejante paraíso alguna vez". Y el sueño de mi amigo el borracho se hizo realidad en octubre del 2005.
Estábamos con unos amigos en Alemania con la excusa de aprender un nuevo idioma. Ese fin de semana no teníamos nada programado hasta que alguien sugirió ir a München a la popular fiesta de la cerveza. Al día siguiente salimos con tres amigos en auto, era viernes y nos advirtieron que la ciudad iba a estar colmada de gente, no nos importó mucho.
Casi llegando a la ciudad empezamos a llamar a los hoteles, la respuesta era siempre la misma, ni una habitación disponible. Buscamos hasta las dos de la mañana, parando en cada lugar parecido a un hotel, pero no conseguimos. Y claro, ahí nos enteramos que cada año pasan por el Oktoberfest unas 3 millones de personas de todo el mundo. Fue la primera vez que dormí en un auto. Gracias a Dios éramos sólo cuatro!
Al día siguiente partimos a la fiesta. Caminando por la ciudad empezamos a ver gente disfrazada. Los hombres con pantaloncitos de gamuza con tiradores, camisas, zapatones y el típico sombrerito verde alemán. Las mujeres con vestidos escotadísimos y trenzas. Nos enteramos que era la vestimenta de la zona de Baviera, en la que se encuentra Munich.
Y esquivando bavieros, llegamos al cielo. La fiesta, que dura dos semanas, se hace en un predio demasiado grande como para recorrerlo en un día entero. Adentro están las carpas cerveceras rodeadas por puestos de comida y regalos, además de un parque de diversiones muy grande, en donde se entretienen los menores(y los ya borrachos) mientras los mayores toman cerveza. Pero la diversión real está adentro de las carpas, en las que hay que hacer cola para entrar. Son alrededor de catorce y adentro caben sentadas entre 1.000 y 9.000 personas dependiendo el tamaño. Adentro están las mesas, largas tablas de madera con sus respectivos bancos en donde uno se amontona con desconocidos que pasan a ser amigos después de la primer cerveza. Simple, cada jarra de vidrio tiene un litro de cerveza y no existe contenedor menor, por lo tanto: no queda otra que tomar. También se puede comer platos típicos, mucho cerdo y cordero con papas, además de las infaltables salchichas de todo tamaño, color y sabor. Las mesas están atendidas por bavieras y en el medio hay un escenario en donde las bandas tocan música folklórica. La gente se sube a los bancos para bailar, sin perder la jarra de vista, porque cada vez que termina un tema hay que brindar al grito de Proust, una especie de chín-chín alemán. Y guarda con los dedos, la meta es no perderlos en medio de un eufórico Proust, la estrategia es agarrar la jarra de la manija, nunca rodearla con la mano.
Y esa es la idea de la fiesta, tomar, comer, bailar y cantar con desconocidos ampliamente borrachos devenidos en grandes amigos, hombres y mujeres de todas las edades, familias enteras que lo hacen desde las nueve de la mañana hasta que el cuerpo pide basta. Los alemanes tendrán sangre fría, pero con la cerveza, créanme que se calienta.”
Estábamos con unos amigos en Alemania con la excusa de aprender un nuevo idioma. Ese fin de semana no teníamos nada programado hasta que alguien sugirió ir a München a la popular fiesta de la cerveza. Al día siguiente salimos con tres amigos en auto, era viernes y nos advirtieron que la ciudad iba a estar colmada de gente, no nos importó mucho.
Casi llegando a la ciudad empezamos a llamar a los hoteles, la respuesta era siempre la misma, ni una habitación disponible. Buscamos hasta las dos de la mañana, parando en cada lugar parecido a un hotel, pero no conseguimos. Y claro, ahí nos enteramos que cada año pasan por el Oktoberfest unas 3 millones de personas de todo el mundo. Fue la primera vez que dormí en un auto. Gracias a Dios éramos sólo cuatro!
Al día siguiente partimos a la fiesta. Caminando por la ciudad empezamos a ver gente disfrazada. Los hombres con pantaloncitos de gamuza con tiradores, camisas, zapatones y el típico sombrerito verde alemán. Las mujeres con vestidos escotadísimos y trenzas. Nos enteramos que era la vestimenta de la zona de Baviera, en la que se encuentra Munich.
Y esquivando bavieros, llegamos al cielo. La fiesta, que dura dos semanas, se hace en un predio demasiado grande como para recorrerlo en un día entero. Adentro están las carpas cerveceras rodeadas por puestos de comida y regalos, además de un parque de diversiones muy grande, en donde se entretienen los menores(y los ya borrachos) mientras los mayores toman cerveza. Pero la diversión real está adentro de las carpas, en las que hay que hacer cola para entrar. Son alrededor de catorce y adentro caben sentadas entre 1.000 y 9.000 personas dependiendo el tamaño. Adentro están las mesas, largas tablas de madera con sus respectivos bancos en donde uno se amontona con desconocidos que pasan a ser amigos después de la primer cerveza. Simple, cada jarra de vidrio tiene un litro de cerveza y no existe contenedor menor, por lo tanto: no queda otra que tomar. También se puede comer platos típicos, mucho cerdo y cordero con papas, además de las infaltables salchichas de todo tamaño, color y sabor. Las mesas están atendidas por bavieras y en el medio hay un escenario en donde las bandas tocan música folklórica. La gente se sube a los bancos para bailar, sin perder la jarra de vista, porque cada vez que termina un tema hay que brindar al grito de Proust, una especie de chín-chín alemán. Y guarda con los dedos, la meta es no perderlos en medio de un eufórico Proust, la estrategia es agarrar la jarra de la manija, nunca rodearla con la mano.
Y esa es la idea de la fiesta, tomar, comer, bailar y cantar con desconocidos ampliamente borrachos devenidos en grandes amigos, hombres y mujeres de todas las edades, familias enteras que lo hacen desde las nueve de la mañana hasta que el cuerpo pide basta. Los alemanes tendrán sangre fría, pero con la cerveza, créanme que se calienta.”
domingo, 11 de noviembre de 2007
EL RADIOTEATRO QUE AÚN VIVE
La hora está por llegar, y en una casa de Buenos Aires todos se apuran para terminar de cenar. Corren hacia ese aparato que los conecta con realidad del país y del mundo y buscan el mejor lugar frente a él para disfrutar alguna de las historias de vida que esa noche se van a relatar. Eran las décadas del 30 y el 40, cuando el radioteatro conseguía lo mismo que hoy en gran medida realiza la televisión: tener una audiencia que deja de hacer sus tareas hogareñas para entretenerse por un momento que une a la familia. Sin embargo, hoy, después de más de 60 años, todavía quedan restos de este ritual, que aunque no tenga las mismas dimensiones como fenómeno, sigue acaparando escuchas.
Son cerca de las 11 de la mañana y por el aire de FM Rock and Pop (95.9) se escucha a Mario Pergolini, Eduardo De La Puente y Marcelo Gantman en “Cuál es?”, un programa que va de 9 a 13, de lunes a viernes. En este espacio, que convoca a una gran cantidad de público compuesto por jóvenes y adultos, se puede escuchar el radioteatro que tiene su capítulo diario. Diego Miller, Emiliano Goggia y Santiago Bluguermann, se juntan todas las mañanas para redactar las historias cómicas de personajes como Mogui, El Panza, o el Gaucho Segovia, entre otros. Los tres guionistas pasaron de un taller de radio en la escuela, a tener un espacio pago en FM La Tribu, y de ahí, a partir de una propuesta que le hicieron a Pergolini, saltaron a la Rock and Pop, donde todas las mañanas tienen algún capítulo del radioteatro al aire. Además, los sábados de 16 a 18, realizan “Una gorda en baby doll”, en donde unen música con pequeñas historias de humor.
Según Millar, con este formato: “se puede volar mucho con la imaginación, los efectos te pueden armar una situación que en tele te saldría mucha plata hacerla”. Además, conjetura que: “como el radioteatro requiere una producción, un guión, y mucho trabajo, hoy en día ya no está tan vigente. Es mucho más fácil tirar una consigna al aire y que los oyentes te hagan el programa, que ponerse a escribir y pensar una historia”.
Mariel Suburu Marranti
Son cerca de las 11 de la mañana y por el aire de FM Rock and Pop (95.9) se escucha a Mario Pergolini, Eduardo De La Puente y Marcelo Gantman en “Cuál es?”, un programa que va de 9 a 13, de lunes a viernes. En este espacio, que convoca a una gran cantidad de público compuesto por jóvenes y adultos, se puede escuchar el radioteatro que tiene su capítulo diario. Diego Miller, Emiliano Goggia y Santiago Bluguermann, se juntan todas las mañanas para redactar las historias cómicas de personajes como Mogui, El Panza, o el Gaucho Segovia, entre otros. Los tres guionistas pasaron de un taller de radio en la escuela, a tener un espacio pago en FM La Tribu, y de ahí, a partir de una propuesta que le hicieron a Pergolini, saltaron a la Rock and Pop, donde todas las mañanas tienen algún capítulo del radioteatro al aire. Además, los sábados de 16 a 18, realizan “Una gorda en baby doll”, en donde unen música con pequeñas historias de humor.
Según Millar, con este formato: “se puede volar mucho con la imaginación, los efectos te pueden armar una situación que en tele te saldría mucha plata hacerla”. Además, conjetura que: “como el radioteatro requiere una producción, un guión, y mucho trabajo, hoy en día ya no está tan vigente. Es mucho más fácil tirar una consigna al aire y que los oyentes te hagan el programa, que ponerse a escribir y pensar una historia”.
Mariel Suburu Marranti
martes, 6 de noviembre de 2007
Orgullo nacional
Martín Kohan ganó el prestigioso certamen literario con su novela "Ciencias Morales", ambientada en el Colegio Nacional Buenos Aires a fines de la dictadura. Es el segundo argentino en lograr el galardón, que en 2003 le fue otorgado a Alan Pauls por "El Pasado".
Su novela narra la historia de una preceptora encargada de mantener la disciplina en el Nacional Buenos Aires a principios de los 80, en medio de la Guerra de Malvinas y de los momentos finales de la dictadura.
Kohan, de 40 años y que se había presentado con el seudónimo de Miguel Cané, recibirá 18 mil euros. El jurado estuvo integrado por los escritores Salvador Clotas, Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde. El mexicano Antonio Orduño, en tanto, fue finalista con la obra "Recursos Humanos".
Nadia Santeramo
Víctor Hugo Morales, 59 años, periodista y relator de fútbol
EL CLIENTELISMO NO SÓLO ES POLÍTICO
Nació hace 59 años del otro lado del Río de la Plata, pero hace más de dos décadas que vive en Buenos Aires. Debutó como relator el mismo día que Diego Maradona estrenaba la camiseta de Boca y se ganó el respeto de la gente después de aquel relato del gol del Barrilete cósmico (como lo bautizó él a Maradona) a los ingleses en el Mundial de 1986. Su larga trayectoria, no sólo como relator de fútbol, sino también como periodista independiente, escritor y amante de la música clásica, lo llevó a ganarse el derecho de ser llamado Víctor Hugo a secas, como una marca registrada.
Usted relató alrededor de 3000 partidos de fútbol, ¿hay alguno que haya quedado registrado en su memoria como el mejor?
- No existe la posibilidad de distinguir uno en especial porque yo no me baso en la cantidad de goles para calificar a un partido de bueno o de malo. Igual, creo que el último partido que viví, sufrí y gocé fue el de Argentina-Brasil en el Mundial del 90.
En el momento de gritar un gol, ¿hay veces donde los sentimientos pueden más que el relator?
- Me pasó sólo dos veces y en el mismo Mundial. Uruguay había perdido con Dinamarca y se quedaba afuera del campeonato, me acuerdo que alrededor de 20 minutos relaté ese partido llorando lentamente, con mucha tristeza. La otra situación, y quizás la más recordada, fue cuando Maradona le hizo ese extraordinario gol a los ingleses. Fue un ataque de locura para mi, sentí como si me hubiesen enchufado. Lloré y me emocioné tanto que mirándolo a la distancia siento un poco de vergüenza por mi reacción.
¿ Nunca siente que tira más para un equipo que para el otro?
- Sí, muchas veces pero porque me provoca simpatía su dirigente, su técnico o algún jugador.
¿Por ejemplo?
- Donde jugase Diego yo quería que su equipo ganase. Ahora, quizás, me pasa un poco con Velez. Me gusta que le vaya bien porque es el único club de fútbol que contempla mis expectativas de lo que espero en general de los dirigentes y del espectáculo del juego. Bastaría que se vaya Raúl Gámez y que venga alguien que me cae mal para desear que salga último en el torneo.
¿Qué significa el fútbol para usted, pasión o trabajo?
- El fútbol para mi nunca fue pasión estrictamente. La radio, el relato y el periodismo sí. He llegado a una etapa de mi vida que, por suerte, elijo los partidos que relato (clásicos, los del puntero del campeonato y los de la Selección) y el nivel de excitación que esos partidos me provocan me salvan.
¿ De qué lo salvan?
- De no caer en lo rutinario, más ahora que el espectáculo que ofrece el fútbol generalmente es pésimo. Por eso prefiero ir a ver Roland Garros o al Open de Estados Unidos que un Mundial.
¿ Dónde se siente más cómodo, en la radio o en el televisión?
- Lo importante no es el medio sino el mensaje. Lo que más me gusta es escribir, desde mis columnas hasta libros, porque me mortifica mucho que en la radio y en la televisión uno nunca consigue sacar totalmente el discurso que siente. En cambio, cuando escribo en la búsqueda de la prolijidad y de las palabras me puedo expresar mejor.
¿ Cómo ve a los medios de comunicación ahora a diferencia de cuando usted llegó?
- Los multimedios han hecho un daño muy grande. Antes había muchas ofertas de trabajo y más libertad. La acumulación del poder en radio, televisión y diario termina perjudicando al periodista porque hay otos intereses.
¿ Cómo cuáles?
- Avanzar sobre el negocio del fútbol lleva a algunos medios, como por ejemplo el Grupo Clarín, a que haya cosas que no se puedan atacar. Defender a Julio Grondona es una forma de defender a quien les cedió el negocio. Así se pierde buena porción de la libertad y del criterio propio.
Pero usted, ¿mira televisión o escucha la radio?
- No me dan los tiempos, además nunca me entretuvo la tele. Habiendo tantos cines, teatros y conciertos jamás perdería mi tiempo frente a una pantalla.
Jazmín Vaudagna
Nació hace 59 años del otro lado del Río de la Plata, pero hace más de dos décadas que vive en Buenos Aires. Debutó como relator el mismo día que Diego Maradona estrenaba la camiseta de Boca y se ganó el respeto de la gente después de aquel relato del gol del Barrilete cósmico (como lo bautizó él a Maradona) a los ingleses en el Mundial de 1986. Su larga trayectoria, no sólo como relator de fútbol, sino también como periodista independiente, escritor y amante de la música clásica, lo llevó a ganarse el derecho de ser llamado Víctor Hugo a secas, como una marca registrada.
Usted relató alrededor de 3000 partidos de fútbol, ¿hay alguno que haya quedado registrado en su memoria como el mejor?
- No existe la posibilidad de distinguir uno en especial porque yo no me baso en la cantidad de goles para calificar a un partido de bueno o de malo. Igual, creo que el último partido que viví, sufrí y gocé fue el de Argentina-Brasil en el Mundial del 90.
En el momento de gritar un gol, ¿hay veces donde los sentimientos pueden más que el relator?
- Me pasó sólo dos veces y en el mismo Mundial. Uruguay había perdido con Dinamarca y se quedaba afuera del campeonato, me acuerdo que alrededor de 20 minutos relaté ese partido llorando lentamente, con mucha tristeza. La otra situación, y quizás la más recordada, fue cuando Maradona le hizo ese extraordinario gol a los ingleses. Fue un ataque de locura para mi, sentí como si me hubiesen enchufado. Lloré y me emocioné tanto que mirándolo a la distancia siento un poco de vergüenza por mi reacción.
¿ Nunca siente que tira más para un equipo que para el otro?
- Sí, muchas veces pero porque me provoca simpatía su dirigente, su técnico o algún jugador.
¿Por ejemplo?
- Donde jugase Diego yo quería que su equipo ganase. Ahora, quizás, me pasa un poco con Velez. Me gusta que le vaya bien porque es el único club de fútbol que contempla mis expectativas de lo que espero en general de los dirigentes y del espectáculo del juego. Bastaría que se vaya Raúl Gámez y que venga alguien que me cae mal para desear que salga último en el torneo.
¿Qué significa el fútbol para usted, pasión o trabajo?
- El fútbol para mi nunca fue pasión estrictamente. La radio, el relato y el periodismo sí. He llegado a una etapa de mi vida que, por suerte, elijo los partidos que relato (clásicos, los del puntero del campeonato y los de la Selección) y el nivel de excitación que esos partidos me provocan me salvan.
¿ De qué lo salvan?
- De no caer en lo rutinario, más ahora que el espectáculo que ofrece el fútbol generalmente es pésimo. Por eso prefiero ir a ver Roland Garros o al Open de Estados Unidos que un Mundial.
¿ Dónde se siente más cómodo, en la radio o en el televisión?
- Lo importante no es el medio sino el mensaje. Lo que más me gusta es escribir, desde mis columnas hasta libros, porque me mortifica mucho que en la radio y en la televisión uno nunca consigue sacar totalmente el discurso que siente. En cambio, cuando escribo en la búsqueda de la prolijidad y de las palabras me puedo expresar mejor.
¿ Cómo ve a los medios de comunicación ahora a diferencia de cuando usted llegó?
- Los multimedios han hecho un daño muy grande. Antes había muchas ofertas de trabajo y más libertad. La acumulación del poder en radio, televisión y diario termina perjudicando al periodista porque hay otos intereses.
¿ Cómo cuáles?
- Avanzar sobre el negocio del fútbol lleva a algunos medios, como por ejemplo el Grupo Clarín, a que haya cosas que no se puedan atacar. Defender a Julio Grondona es una forma de defender a quien les cedió el negocio. Así se pierde buena porción de la libertad y del criterio propio.
Pero usted, ¿mira televisión o escucha la radio?
- No me dan los tiempos, además nunca me entretuvo la tele. Habiendo tantos cines, teatros y conciertos jamás perdería mi tiempo frente a una pantalla.
Jazmín Vaudagna
Entrevista al relator Walter Saavedra
“ Puedo prescindir del fútbol”
Tiene el pelo largo y canas que reflejan sus 50 años. Nació en Mar del Plata en el seno de una familia pobre y sólo hizo el colegio hasta séptimo grado, una especie de Domingo Faustino Sarmiento, pero moderno. Relató partidos de básquet y de boxeo pero su peso fuerte es el fútbol. Ahora, además de ser relator de fútbol en radio Mitre y conducir el programa Una de Dos todos los sábados por la tarde, es poeta, músico y escritor. Es Walter “gol” Saavedra.
¿ Cómo empezó a relatar?
- En realidad jugaba al fútbol en San Lorenzo de Mar del Plata, pero me rompí la rodilla y no pude jugar nunca más. Empecé a ir a la cancha con un grabador y me relataba para mí mismo los partidos; después iba a mi casa y analizaba lo que había dicho. Como hice el colegio hasta séptimo grado, advertí que con las cuatro palabras que sabía no iba a poder hacer nada, entonces empecé a leer de todo por mi cuenta. Fue un poco de amor por el fútbol mezclado con el jugador frustrado que llevaba adentro.
¿ Cuál fue el primer partido que relató en una radio?
- Boca-Talleres por el Metropolitano del 81, cuando Boca salió campeón con Diego Maradona. En ese momento trabajaba en la única radio AM de Mar del Plata que se turnaba para cubrir los partidos de Boca y River.
¿ De qué cuadro es?
- Soy de Boca pero hace tantos años que tengo esta profesión que ya ni me acuerdo.
¿ Pero no se le mezclan los sentimientos?
- Ya no. Grito igual un gol de River que de Boca. Con la selección no me pasa lo mismo, transmito más con el corazón que con la razón. Se me salen las cadenas y me fanatizo mucho.
Usted cubrió cuatro mundiales, ¿cuál fue el mejor?
- El del 94 me va a acompañar hasta el último día en mi memoria, fue como tocar el cielo con las manos y el último fue el que más satisfacciones me dio profesionalmente porque obtuve el reconocimiento de la gente.
¿ Qué fue lo peor que le pasó estando al aire?
- Gritar un gol de alguien que no lo había hecho. Estaba transmitiendo un partido entre Argentina y Paraguay y me confundí a Leonardo Astrada con Gustavo Miguel Zapata.
¿ Y lo mejor?
- Una vez estaba transmitiendo desde Israel un partido del seleccionado y un hombre se acercó con un nene a la cabina, me hablaban y gesticulaban mucho pero yo no les entendía nada. Hasta que el señor sacó un documento y me mostró que a su hijo le había puesto Calib Al Yaceb Maradona, en honor a Diego. Sin lugar a dudas creo que lo mejor fue haber conocido gran parte del mundo, si no fuera por la profesión no habría salido de los límites de Mar del Plata.
Además de fútbol, ¿relató otros deportes?
- Sí, básquet (aunque no sabía nada) y boxeo por necesidad. Me acuerdo que lo relataba como un desfile militar: izquierda-derecha.
¿ Piensa en lo que va a decir antes de salir al aire?
- Trabajo mucho para las transmisiones, me imagino jugadas y hasta goles y qué diría en ese momento. A veces me anoto nombres de películas o juego con la realidad del país.
¿Por ejemplo?
- Utilizo algunas frases de políticos o lo que dicen cuando se pelean entre ellos. Ahora, cada tanto, pido por la aparición con vida del testigo Jorge Julio López. El micrófono no sólo debo utilizarlo para gritar con histeria un gol, sino también para decir otras cosas.
¿ Cómo cuáles?
- Soy un militante social que está dispuesto a dar una mano al pobre, al que no tiene voz. Hasta ahora no me han censurado y si lo hicieran me daría la vuelta y me iría del medio para el que estoy trabajando.
Usted además de relator es poeta y escritor ¿cómo combina en su programa el deporte con la poesía?
- No hablo de la violencia. Para mí el fútbol es una metáfora de la vida.
¿ En qué sentido?
- Es el único lugar donde las diferencias sociales no se notan. En un gol, el pobre se abraza con el que huele a colonia importada. Es un momento sublime y eso es lo que hace al fútbol tan maravilloso.
Pero el fútbol para usted ¿es pasión o trabajo?
- Descubrí que puedo prescindir de él, porque ya no me banco un partido por televisión o por radio. El desafío de relatar es lo que me apasiona porque para mi es un arte. Los partidos de fútbol son como las huellas digitales, no hay dos iguales.
Jazmín Vaudagna
Tiene el pelo largo y canas que reflejan sus 50 años. Nació en Mar del Plata en el seno de una familia pobre y sólo hizo el colegio hasta séptimo grado, una especie de Domingo Faustino Sarmiento, pero moderno. Relató partidos de básquet y de boxeo pero su peso fuerte es el fútbol. Ahora, además de ser relator de fútbol en radio Mitre y conducir el programa Una de Dos todos los sábados por la tarde, es poeta, músico y escritor. Es Walter “gol” Saavedra.
¿ Cómo empezó a relatar?
- En realidad jugaba al fútbol en San Lorenzo de Mar del Plata, pero me rompí la rodilla y no pude jugar nunca más. Empecé a ir a la cancha con un grabador y me relataba para mí mismo los partidos; después iba a mi casa y analizaba lo que había dicho. Como hice el colegio hasta séptimo grado, advertí que con las cuatro palabras que sabía no iba a poder hacer nada, entonces empecé a leer de todo por mi cuenta. Fue un poco de amor por el fútbol mezclado con el jugador frustrado que llevaba adentro.
¿ Cuál fue el primer partido que relató en una radio?
- Boca-Talleres por el Metropolitano del 81, cuando Boca salió campeón con Diego Maradona. En ese momento trabajaba en la única radio AM de Mar del Plata que se turnaba para cubrir los partidos de Boca y River.
¿ De qué cuadro es?
- Soy de Boca pero hace tantos años que tengo esta profesión que ya ni me acuerdo.
¿ Pero no se le mezclan los sentimientos?
- Ya no. Grito igual un gol de River que de Boca. Con la selección no me pasa lo mismo, transmito más con el corazón que con la razón. Se me salen las cadenas y me fanatizo mucho.
Usted cubrió cuatro mundiales, ¿cuál fue el mejor?
- El del 94 me va a acompañar hasta el último día en mi memoria, fue como tocar el cielo con las manos y el último fue el que más satisfacciones me dio profesionalmente porque obtuve el reconocimiento de la gente.
¿ Qué fue lo peor que le pasó estando al aire?
- Gritar un gol de alguien que no lo había hecho. Estaba transmitiendo un partido entre Argentina y Paraguay y me confundí a Leonardo Astrada con Gustavo Miguel Zapata.
¿ Y lo mejor?
- Una vez estaba transmitiendo desde Israel un partido del seleccionado y un hombre se acercó con un nene a la cabina, me hablaban y gesticulaban mucho pero yo no les entendía nada. Hasta que el señor sacó un documento y me mostró que a su hijo le había puesto Calib Al Yaceb Maradona, en honor a Diego. Sin lugar a dudas creo que lo mejor fue haber conocido gran parte del mundo, si no fuera por la profesión no habría salido de los límites de Mar del Plata.
Además de fútbol, ¿relató otros deportes?
- Sí, básquet (aunque no sabía nada) y boxeo por necesidad. Me acuerdo que lo relataba como un desfile militar: izquierda-derecha.
¿ Piensa en lo que va a decir antes de salir al aire?
- Trabajo mucho para las transmisiones, me imagino jugadas y hasta goles y qué diría en ese momento. A veces me anoto nombres de películas o juego con la realidad del país.
¿Por ejemplo?
- Utilizo algunas frases de políticos o lo que dicen cuando se pelean entre ellos. Ahora, cada tanto, pido por la aparición con vida del testigo Jorge Julio López. El micrófono no sólo debo utilizarlo para gritar con histeria un gol, sino también para decir otras cosas.
¿ Cómo cuáles?
- Soy un militante social que está dispuesto a dar una mano al pobre, al que no tiene voz. Hasta ahora no me han censurado y si lo hicieran me daría la vuelta y me iría del medio para el que estoy trabajando.
Usted además de relator es poeta y escritor ¿cómo combina en su programa el deporte con la poesía?
- No hablo de la violencia. Para mí el fútbol es una metáfora de la vida.
¿ En qué sentido?
- Es el único lugar donde las diferencias sociales no se notan. En un gol, el pobre se abraza con el que huele a colonia importada. Es un momento sublime y eso es lo que hace al fútbol tan maravilloso.
Pero el fútbol para usted ¿es pasión o trabajo?
- Descubrí que puedo prescindir de él, porque ya no me banco un partido por televisión o por radio. El desafío de relatar es lo que me apasiona porque para mi es un arte. Los partidos de fútbol son como las huellas digitales, no hay dos iguales.
Jazmín Vaudagna
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